Celibidache era un hombre de extremos, o mejor dicho, su carácter era extremo. No había nada que odiara más que la indiferencia y la mediocridad, sobre todo en sí mismo. No es de extrañar que, sin concesiones y sin descansar en el éxito, exigiera lo máximo de sí mismo y de sus compañeros músicos.
En una entrevista radiofónica declaró que "la música no consiste en tocar sonidos uno tras otro, sino en dejar que un sonido emerja del anterior, de modo que no exista la posibilidad de abandonar la continuidad de la experiencia y perderse en el pensamiento" (Patrick Lang).
El documental de Norbert Busè es un conmovedor retrato del legendario director de orquesta. Durante el rodaje, el director descubre accidentalmente en los archivos de la Academia de Música de Berlín el currículum vitae de Celibidache, reescrito por el propio director para impulsar su carrera.
Por primera vez, las entrevistas con su hermana Irina-Paraschiva y su hijo Serge ofrecen interesantes perspectivas sobre los pensamientos y la vida privada del artista, que guardó celosamente durante su vida.
Éste es el retrato de un director de orquesta que quizá más que ningún otro supo combinar teoría y pasión, implacabilidad y simpatía, y que tuvo la habilidad de comunicar su ardiente pasión por la música. También fue un profesor dotado que dedicó gran parte de su tiempo a educar a músicos más jóvenes. En la película, varios de sus alumnos rinden homenaje a su admirado maestro.
Sin embargo, un suceso de la vida de Celibidache, nada admirable, es omitido en el film: Cuando fue el director de la Filarmónica de Múnich, presionó para destituir a la trombonista principal, Abbie Conant, que había sido contratada en Múnich como trombonista solista.
La audición para la selección había tenido lugar detrás de una cortina y Abbie Conant fue elegida para el puesto, pero una vez firmado su contrato, Celibidache utilizó su poder como director de orquesta para degradarla, y declaró que el descenso se debía a que era mujer. En una batalla legal contra la ciudad de Múnich, propietaria de la Orquesta, Abbie Conant luchó primero para que se le restituyera el puesto que le correspondía como solista, y posteriormente demandó también la igualdad salarial de género. Pasaron catorce años en total entre su descenso ilegal de categoría y la decisión final del tribunal a su favor. Conant ganó ambos casos.
Celibidache era un hombre de extremos, o mejor dicho, su carácter era extremo. No había nada que odiara más que la indiferencia y la mediocridad, sobre todo en sí mismo. No es de extrañar que, sin concesiones y sin descansar en el éxito, exigiera lo máximo de sí mismo y de sus compañeros músicos.
En una entrevista radiofónica declaró que "la música no consiste en tocar sonidos uno tras otro, sino en dejar que un sonido emerja del anterior, de modo que no exista la posibilidad de abandonar la continuidad de la experiencia y perderse en el pensamiento" (Patrick Lang).
El documental de Norbert Busè es un conmovedor retrato del legendario director de orquesta. Durante el rodaje, el director descubre accidentalmente en los archivos de la Academia de Música de Berlín el currículum vitae de Celibidache, reescrito por el propio director para impulsar su carrera.
Por primera vez, las entrevistas con su hermana Irina-Paraschiva y su hijo Serge ofrecen interesantes perspectivas sobre los pensamientos y la vida privada del artista, que guardó celosamente durante su vida.
Éste es el retrato de un director de orquesta que quizá más que ningún otro supo combinar teoría y pasión, implacabilidad y simpatía, y que tuvo la habilidad de comunicar su ardiente pasión por la música. También fue un profesor dotado que dedicó gran parte de su tiempo a educar a músicos más jóvenes. En la película, varios de sus alumnos rinden homenaje a su admirado maestro.
Sin embargo, un suceso de la vida de Celibidache, nada admirable, es omitido en el film: Cuando fue el director de la Filarmónica de Múnich, presionó para destituir a la trombonista principal, Abbie Conant, que había sido contratada en Múnich como trombonista solista.
La audición para la selección había tenido lugar detrás de una cortina y Abbie Conant fue elegida para el puesto, pero una vez firmado su contrato, Celibidache utilizó su poder como director de orquesta para degradarla, y declaró que el descenso se debía a que era mujer. En una batalla legal contra la ciudad de Múnich, propietaria de la Orquesta, Abbie Conant luchó primero para que se le restituyera el puesto que le correspondía como solista, y posteriormente demandó también la igualdad salarial de género. Pasaron catorce años en total entre su descenso ilegal de categoría y la decisión final del tribunal a su favor. Conant ganó ambos casos.