“Donde el viento soplaba”, cuenta la historia de cómo las superpotencias de la Guerra Fría, en su carrera por desarrollar bombas cada vez más mortíferas, pasaron cuarenta años perfeccionando armas capaces de aniquilar naciones enteras, al mismo tiempo que sacrificaron a sus propias poblaciones vulnerables en nombre de la seguridad nacional. Utilizando archivos y testimonios, tanto de los afectados como de los que participaron en esta escalada de acontecimientos, "Donde el viento soplaba" muestra no sólo cómo se permitió que la gente corriente sufriera en la ignorancia, sino también cómo, con gran valor, desafiaron a sus gobiernos ayudando a cambiar el curso de la historia al unir fuerzas, primero a nivel nacional y luego mundial, para triunfar finalmente contra las pruebas de armas nucleares.
Kazajstán se convirtió, en 1989, en la primera nación en cerrar su centro de pruebas, abriendo el camino a un tratado internacional de prohibición de las mismas. Por supuesto, la historia no termina con esta victoria. A pesar de los tratados y las promesas, hoy en día las superpotencias (y algunas no tan superpotencias) vuelven a aumentar sus arsenales nucleares.
Con el aumento de las tensiones mundiales y el temor real de que las armas nucleares estén cada vez más al alcance de regímenes y grupos inestables, necesitamos más que nunca que se nos recuerden las lecciones de la historia.
“Donde el viento soplaba”, cuenta la historia de cómo las superpotencias de la Guerra Fría, en su carrera por desarrollar bombas cada vez más mortíferas, pasaron cuarenta años perfeccionando armas capaces de aniquilar naciones enteras, al mismo tiempo que sacrificaron a sus propias poblaciones vulnerables en nombre de la seguridad nacional. Utilizando archivos y testimonios, tanto de los afectados como de los que participaron en esta escalada de acontecimientos, "Donde el viento soplaba" muestra no sólo cómo se permitió que la gente corriente sufriera en la ignorancia, sino también cómo, con gran valor, desafiaron a sus gobiernos ayudando a cambiar el curso de la historia al unir fuerzas, primero a nivel nacional y luego mundial, para triunfar finalmente contra las pruebas de armas nucleares.
Kazajstán se convirtió, en 1989, en la primera nación en cerrar su centro de pruebas, abriendo el camino a un tratado internacional de prohibición de las mismas. Por supuesto, la historia no termina con esta victoria. A pesar de los tratados y las promesas, hoy en día las superpotencias (y algunas no tan superpotencias) vuelven a aumentar sus arsenales nucleares.
Con el aumento de las tensiones mundiales y el temor real de que las armas nucleares estén cada vez más al alcance de regímenes y grupos inestables, necesitamos más que nunca que se nos recuerden las lecciones de la historia.